David Peña en LA galeria Arte Contemporáneo

-1, 0, 1

Desde el inicio de su vida profesional, David Peña ha realizado un trabajo siempre inusitado, quizás por el equilibrio entre la densidad intelectual y la gran sensualidad que caracteriza sus trabajos.
Peña no se casa con temas, no se apega a ningún medio ni técnica. Por esta razón, cada uno de sus trabajos es inesperado en sus dimensiones formal y
conceptual.
Si existe algo predecible en el trabajo de Peña, es su manía por poner a prueba nuestro pensamiento.
-1,0,1 Es la prueba fehaciente de ello. En ella, él desarrolla lo que en sus trabajos anteriores se venía
configurando cada vez más como un pensamiento que podría denominarse "limítrofe". Se trata de pensar las cosas desde sus bordes, desde aquél
punto en que su veracidad se pone en peligro.
Este pensamiento, me parece, es desarrollado desde una investigación sobre las imágenes como forma de conocimiento, pero también como un lugar privilegiado para denunciar las paradojas de
nuestro pensamiento.
De esta manera, las representaciones que Peña construye son inestables, o bien, desestabilizan aquellas representaciones convencionales a las que damos completa credibilidad.
Así sucede, cuando Peña transforma las lógicas cartesianas en objetos escultóricos concretos. O cuando utiliza los métodos objetivos de representación con que la NASA reproduce a escala los volcanes del mundo (mapas de altura), para presentarnos lo imposible, paisajes volcánicos subterráneos que siembran en nuestra mirada asombro y duda por su paradójica veracidad.
Quizás nos enfrentamos, justamente, a una poética de la sospecha.

Sylvia Suárez

Envés y revés

Una de las consecuencias insospechadas de la elaboración de postulados conceptualistas en Colombia, ha sido la creciente inconciencia sobre el valor de la sensualidad para el pensamiento artístico. De ninguna manera es ésta una parte del programa de las corrientes conceptualistas dado que, por el contrario, éstas han procurado transgredir las soluciones típicamente artísticas de lo sensual en la forma . Éste es el caso paradigmático de la ruptura con las lógicas totalmente “retinianas” de construcción y de recepción del arte decimonónico, y ciertamente de algunas vertientes del arte moderno.

En nuestro contexto, una elaboración superficial (de las puras apariencias) con respecto a las estrategias conceptualistas y afines, ha dado al traste con un magma de producciones carentes de un pensamiento en y sobre lo sensual; se trata de un arte de ideas “zorro”, astuto pero no precisamente inteligente, que mediante gestos más o menos acertados, más o menos desafortunados, ofrece un espectro pleno de iconicidades perezosas concluídas mediante gestos fugaces, engañosos y sedimentarios.

Envés y revés. La cosa sensual ofrece un espectro de obras que incursionan en la veta de lo sensual mediante la exploración de la opulenta gama de posibilidades que ésta ofrece formal y metodológicamente. La sensualidad de la que aquí se habla puede definirse como un contrato tácito entre la materialidad (física o evocada) y la formalidad de cuerpos y conceptos con nuestra percepción activa (ésta es una percepción que, en el acto mismo de “recibir”, transfigura, completa, relaciona, etcétera). Se trata, entonces, de un aspecto esencial del ejercicio del pensamiento artístico, diferenciado de otros por su plasticidad para acercarse a los fenómenos mediante una particular comunión de la percepción subjetiva, objetiva, productiva y receptiva.

En este sentido, Liliana Sánchez, Gabriel Antolínez, David Peña y Camilo Ordóñez han mantenido en esta etapa inaugural de sus proyectos profesionales una investigación permanente en la que confluyen la lectura de materias específicas mediante programas de acción arbitrarios y la fuerza del azar (amarrado a la fisicidad de la materia) como piedra angular para la solución de las formas.

Desde la perspectiva de esta exposición, Liliana Sánchez y Gabriel Antolínez probablemente ofrecen postulados afines por el abordaje exquisitamente intuitivo de materiales que, en sus proyectos, contraen unas dimensiones formales peculiarísimas. Sin embargo, mientras Sánchez se arroja a las inmensidades de una composición expansiva mediante gestos mínimos, pero indómitos (Suelo al/del Suelo), Antolínez convoca la potencia de estructuras implosivas y repletas de oficios dulces e incansables (Peluda).

Por su parte, David Peña y Camilo Ordóñez encienden luces agudamente analíticas en las que las estructuras escapan a los arrebatos de la intuición y se erigen como axiomas constructivos que, en el caso de Peña, ponen a prueba las posibilidades mínimas de conformación de una estructura (Siluetas) y, en el de Ordóñez, los gestos escuetos y, quizás, fundacionales de una técnica (Neta y Neta según Morandi).

Así, en esta muestra, se congrega un conjunto obras, que se rehúsan a olvidar el efervescente umbral de la reflexión que los sentidos conforman, convocándolos a operar unos sobre los otros en su acercamiento a estas flirteantes cosas sensuales.

Sylvia Suarez

info@la-galeria.com.co
Volver artistasVolver exposiciones